La fiebre del ascensor

Estamos en plena urbanización de la zona que ganó Bilbao al soterrar las vías de FEVE, con muchos años de retraso, por cierto, con incumplimiento de plazos, habitual en las obras municipales, incluso en las de aquí, por muy importantes y diferentes que nos sintamos, obras dónde la picaresca penínsular, campa a sus anchas.

En estas estamos que mi vecino de barrio, de blogger y de twitter, hoy del Athletic no hablamos, Iñaki y yo, estamos atónitos ante la proliferación de ascensores en todas y cada una de las rehablitaciones que se llevan a cabo en Bilbao y más concretamente en nuestro barrio.




Creo y creo que el amigo Iñaki piensa igual, que una cosa es la accesibilidad y otra el sinsentido.

Ayer, cuando salíamos a dar un paseo, coincidí con unos vecinos, y no son los primeros, que se escandalizaban ante el ascensor que han puesto en Jardín Txikerra, me decían que habiendo escaleras a la izquierda y una rampa tendida a la derecha, no tiene mucho sentido ese ascensor, me decían también que seguro que hay mil cosas dónde invertir ese dinero en el bario que en un ascensor.







Sé que algunos me dirán, "¿y el que viene sólo tiene que subir esa rampa para llegar arriba?". A esos mismos les propongo que me expliquen este caso que aparecía en Deia hace unos meses y me digan como sube, hasta el ascensor, el que va sólo, porque si lo de Bilbao es rampa, lo que hay para llegar hasta el ascensor es el Tourmalet.

La sensación que empiezo a tener es que estos ascensores generan algún tipo de beneficio y un engrose del volumen del bolsillo a algunos pocos, como siempre, como cuando esos algunos abrían y cerraban las calles en otra época en Bilbao hasta que la gente levantó la liebre y tuvieron que parar.

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