Osakidetza (II)

Vamos a seguir con le tema de Osakidetza. El jueves santo, resbalé en el monte, nada de alta montaña, tuve una mala caída y al intentar levantarme ya supe que aquello no pintaba bien.

Llamé a la ambulancia y en media hora estaba en urgencias en Basurto. Toma de datos, te pasan a la camilla y pasas a la parte de boxes de trauma, de ahí, a esperar a que te llamen.

Como suele ser en estos casos, la familia no llega inmediatamente. Como era la segunda vez que pasaba por urgencias, ya sabía el procedimiento, primero te pasan al box, exploración por encima, radiografía y evaluación otra vez en el box.

Oí mi nombre, pero nadie se debió dar cuenta de que no podía moverme y acudir por mis propios medios al box, después de cinco minutos, pasó una enfermera a la que pedí por favor que alguien dijera al médico que estaba fuera, el médico salió, exploró manualmente, y como ya predije, radio y vuelta al box.

Para entonces ya habían llegado mis padres, mi mujer con la niña, claro, esperando noticias desde casa. Entró conmigo al box y el médico, como un mecánico de los de siempre, de esos con las manos llenas de grasa y palillo en la boca, en el taller, cuando llevas el coche por ese testigo que lleva 5000km encendido porque nunca encontrabas buen momento para ir al taller, te dice, pues tienes buena avería, ...

Os pongo en antecedentes, hace cuatro años tuve fractura de meseta tibial, por un accidente de moto, vamos, una verdadera avería, y en el box de urgencias el médico, entre suspiros y aspavientos mientras miraba la radiografía, me vino a decir, entrelíneas, que me quedaba cojo. Por supuesto, no me quedé cojo. Al de media hora aparecieron los cirujanos y no podré agradecer nunca las palabras de uno de ellos, "tu chaval tranquilo, tienes una rotura seria, bastante grave, pero se puede reparar, lo más seguro es que el jueves te operemos y te dejaremos lo más parecido a antes del accidente". Después de pasar por quirófano, 20 días de ingreso y cuatro meses sin posar el pie, más otros cuatro de rehabilitación, estaba casi en plena forma.

En un inicio, al oír avería, pensé en que tenía fractura de la meseta del fémur, vamos, cuatro meses sin andar. Después de 30 segundos, miré la radiografía y vi la fractura del fémur, vamos, no soy médico, pero ya vi que nada como lo de la otra vez.

Putada de las grandes, pero no de órdago.

Bueno, de ahí, a esperar que los cirujanos pasaran a dar su opinión, tardaron nada más y nada menos que cinco horas, para entonces ya estaba en observación, a eso de las doce pasaron y las una estaba en Gandarias.

Unos apuntes para el nuevo gobierno del cambio, hace cuatro años recibí un trato lamentable por parte del médico de urgencias, la empatía es algo fundamental en algunas profesiones y en la medicina más. No hace falta mentir, si no tranquilizar. Como la otra vez. Esta vez, fue mucho mejor, pero las tablas de uno mismo también cuentan. La capacidad de empatizar suele ser propia de cada individuo, pero se pueden dar recetas de como tener mano izquierda.

La falta de personal otra vez, lleva a que no sólo yo, si no más gente se quede esperando a que alguien se ocupe de ellos en urgencias para sus desplazamientos.

Señor Bengoa, tome nota, gaste en cursos de este tipo y por favor, mejore los protocolos de atención al cliente, no puede ser que se llame a una persona en camilla al box y nadie esté pendiente y sobretodo, no reduzca personal en urgencias, ya que si va a reducir los PAC's de los ambulatorios, urgencias
tendrá más trabajo.

Salu2

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