Tal y como lo dejamos en el anterior post, mi anhelada piscina estaba ante mí. Sobre dos docenas de jubiletas okupaban la piscina. Entré con determinación, paso fuerte, que no sintieran mi miedo. Entré tan confiado que olvidé que la ducha estaba en la salida del vestuario, con cierta indiferencia, me giré y volví sobre mis pasos, nadie lo notó. Una vez remojado, empezó la lucha mental, tenían que ver que era fuerte. De inicio me senté frente a la piscina, mirando como halcón que busca su presa. Observé que la piscina estaba dividida en cinco zonas y la mayoría de la pipol se concentraba en una esquina, estaban de cursillo. Okupaban dos zonas. Bien por mi, en la tercera y cuarta zona, descubrí gente de mi edad que nadaba cual mark spitz, tampoco eran presa para mi. Sólo me quedaba la última zona, la mas ancha, dónde nadaban y resoplaban cinco jubiletas. Esas eran mis presas, con cierto aplomo, me introduje en el agua, nada de escalera, por el bordillo, que acojona mas, lo hice bastante ...
Comentarios
Suena a traición en toda regla, a parte de cambio de discurso con las viviendas de San Ignacio ..., ahora parece que quiere un paseo ...